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El sistema internacional atraviesa por un periodo donde se transforman ideas, intereses, instituciones e identidades. Las transformaciones son desiguales, pero todas tienen como telón de fondo la búsqueda por arrinconar a Vladimir Putin y desplazarlo hacia Asia. Pero sobe todo está la frustración de las elites estadounidenses por la imposibilidad de contener a China en su camino a convertirse una potencia global.

En esta ponencia me enfocaré en el análisis de la postura china en el contexto global, la cual gira alrededor de las cuatro variables enunciadas:

1. El actual grupo político dominante en Beijing tiene un sinnúmero de ideas para intervenir en la realidad y en las relaciones con otros Estados.

2. Asimismo, uno de los principales intereses de China es lograr libre acceso al Pacífico e incrementar tanto su influencia como presencia en la región.

3. En el nivel interno, el liderazgo de Xi Jinping ha centralizado el poder. Por un lado, el funcionamiento burocrático-administrativo no ha cambiado sustancialmente; sin embargo, en lo político, llegó a si fin el orden institucional iniciado por Deng Xiaoping.

4. Identitariamente, la elite dominante evoluciona hacia percibirse como potencia global que cada vez se aleja de la identidad de economía en desarrollo.

El inicio de la disputa de Estados Unidos y China por Taiwan se remonta a 1949 cuando el Kuomitang fue derrotado por el ejército del Partido Comunista y el establecimiento de la República Popular China en ese mismo año, generando disputas regionales, tensiones globales y amenazas a la seguridad internacional.

Aunque ha estado presente la rivalidad de las dos Chinas: la República de China (apoyada por Estados Unidos) y la República Popular de China (apoyada por China), la tensión en la región se ha incrementado en el contexto del conflicto ruso-ucraniano, principalmente con el viaje polémico que realizó Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en agosto de 2022 a Taipéi, capital de Taiwán, así como a partir de los viajes y afianzamiento de relaciones de la Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-weng al exterior y principalmente con Estados Unidos.

A partir de lo anterior, se propone analizar el papel que desempeña Taiwán a partir de la identificación de factores que inciden en la disputa sino-estadounidense así como las implicaciones planteando escenarios futuros para los tres actores (Taiwán, China y Estados Unidos) así como sus efectos en la seguridad internacional.

En mayo de 2022 tomo posesión como 13° presidente de la República de Corea, Yoon Suk-yeol, su llegada al poder Ejecutivo surcoreano coincide con un par de variables internacionales y regionales relevantes: la continuidad y “fin” de la pandemia de COVID-19, el estallido de la guerra ruso-ucraniana y el impulso de la estrategia del Indo Pacífico. Si bien, desde la contienda electoral, la agenda de política exterior no era relevante para ninguno de los dos candidatos, a un año en el poder, es posible distinguir los ejes y objetivos que persigue la administración de Yoon en materia de política exterior. Uno de los principales elementos que destaca es una alineación más estrecha con Estados Unidos (EE.UU.) a través de una “alianza estratégica integral” que trastoca otros ejes tradicionales de la política exterior surcoreana como las relaciones intercoreanas ya que, en el marco de esta alianza, el gobierno de Corea ha promovido el refuerzo de la disuasión extendida de EE. UU. contra Corea del Norte a través de ejercicios militares conjuntos, la actualización de planes operativos militares, un mayor despliegue de activos militares estadounidenses, incluido el despliegue adicional del sistema de misiles antibalísticos Defensa de Área de Gran Altitud Terminal (THAAD, por sus siglas en inglés).

El objetivo de esta ponencia es identificar los principales ejes de acción de la política exterior surcoreana de la administración de Yoon Suk-yeol y determinar los alcances y límites de estos en el marco de la estrategia del Indo Pacífico.

La habilidad de Al Qaeda para dispersarse por gran parte de los países islámicos hace muy difícil su localización y combate, el grupo ha demostrado una gran capacidad para adaptarse y evolucionar, lo que le ha permitido mantenerse activo y llevar a cabo ataques en diferentes partes del mundo. En el planeta hay aproximadamente 1,600 millones de musulmanes y la mayoría de ellos vive en países fuera de la región del Indo-Pacífico.

Al Qaeda ha establecido vínculos y colaborado con otros grupos terroristas y extremistas en dicha región, lo que aumenta su capacidad de operar en diferentes países y regiones. Esta red de contactos y colaboradores hace que sea difícil para las autoridades localizar y combatir eficazmente a Al Qaeda y otros grupos militantes en la región.

Algunos de estos grupos son: Jemaah Islamiyah que opera principalmente en Indonesia y al sur de Filipinas. Abu Sayyaf activo en Filipinas y Lashkar-e-Taiba opera principalmente en Pakistán y la India.

Los esfuerzos de las agencias de seguridad y de inteligencia de países como Malasia, Singapur, Indonesia, India, Tailandia y Filipinas están constantemente monitoreando y combatiendo estas amenazas. Pero por las dimensiones propias de la región, el hecho de que muchos estados son insulares y con poco control de sus fronteras y el hecho de que Al Qaeda apoya a estos grupos, dificulta su captura y desmantelamiento definitivo.