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La política exterior de México durante la actual administración estableció como parte de sus objetivos retomar los lazos históricos con América Latina y el Caribe, primordialmente hacia Centroamérica considerando su relevancia en la vecindad geográfica, los lazos culturales y la dinámica poblacional que se lleva a cabo en la frontera Sur. Para el caso de Latinoamérica, las iniciativas que se han promovido tienen como propósito fortalecer la integración y unidad, muestra de ello, fue que México tuvo a su cargo durante dos años la Secretaría Pro -Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una interlocución política que permitió tomar decisiones como región frente a las problemáticas desencadenadas por la COVID-19. Aunado a ello, también estuvo gestionando la Secretaría Pro Tempore de la Alianza del Pacífico, en el que se incluyeron aspectos sociales, de género y ambientales, a fin de robustecer el acuerdo entre México, Chile, Colombia y Perú, pero que, debido a la crisis política en este último país, se ha detenido el diálogo con el gobierno de facto peruano. Asimismo, no solo se han retomado los mecanismos en los que México forma parte, sino además ha lanzado otras iniciativas que tienen que ver con una autosuficiencia de medicamentos, como es la Agencia Latinoamericana de Medicamentos, o la iniciativa para llegar a un plan que permita atender la inflación en toda la región.

Sin embargo, hace falta evaluar hasta que punto se han creado mecanismos que permitan que este conjunto de iniciativas no sean coyunturales.

La Constitución Política Mexicana reconoce a la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CIPD) como parte de los principios de la política exterior. Así, existe una larga tradición diplomática de cooperación técnica y científica de México, principalmente hacia Centroamérica (desde 1980) y América Latina (especialmente con la Alianza del pacífico).

Sin embargo, la cooperación académica por medio de oferta de becas y programas de intercambio académico para estudiantes, docentes, investigadores y expertos extranjeros se ha convertido en el bastión de mayor fortaleza de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) desde su creación en 2011.

La pandemia ocasionada por la COVID-19 transformó las dinámicas de enseñanza-aprendizaje al utilizar modalidades mediadas por las tecnologías de la educación, impulsando la llamada educación a distancia (en línea o virtual).

Dado lo anterior, esta ponencia tiene la finalidad de mostrar los desafíos a los que se enfrenta la cooperación académica y las oportunidades que han surgido tras la pandemia en materia de educación.

La creación de la Plataforma de movilidad estudiantil y académica de la Alianza del Pacífico desde 2016 representó una oportunidad por articular la oferta académica de diversas instituciones educativas de educación superior.

Tras la pandemia de 2019, se abre una oportunidad de la creación de cursos especializados en los ejes definidos (administración pública, ciencias políticas, comercio internacional, economía, finanzas, ingenierías, innovación, ciencia y tecnología, medio ambiente y cambio climático, negocios y relaciones internacionales y turismo) por la plataforma.

A lo largo de la historia de la humanidad, los mares y océanos han representado uno de los grandes baluartes potenciales del mundo. Su importancia geopolítica recae en su gran extensión, ya que aproximadamente tres cuartas partes del planeta tierra está cubierta por agua, y por sus cuantiosos recursos ricos en bancos de pesca y recursos energéticos y minerales. Actualmente, 90% de las mercancías que se comercializan a nivel mundial se mueve por mar y, según estimaciones de la ONU para el 2050 la denominada economía azul y la acuicultura marina proporcionarán gran parte de los alimentos y proteínas que la población necesita. En este sentido, el mar ejerce una gran influencia sobre la actividad productiva del hombre, constituyéndose en un factor determinante para el desarrollo y el bienestar de la humanidad. México ocupa desde el punto de vista geográfico una posición envidiable, pues al ser un país bioceánico, cuenta con acceso a los dos océanos más grandes y dinámicos del mundo, con una extensión de litoral de 11,122 km, además de poseer 209 mil km2 de mar territorial y una ZEE de 3.15 millones que le dan acceso a una cuantía de recursos para la explotación comercial en términos de producción pesquera, minera y energética. Sin embargo, México se encuentra en un momento de visible retroceso en cuestiones marítimas; la pesca ilegal, carencia de flota mercante y puertos industriales, contaminación y piratería reflejan que los asuntos relativos al mar son hoy día un tema pendiente.

El Análisis de la Política Exterior (FPA, por sus siglas en inglés) se ha utilizado históricamente para explicar y predecir el comportamiento de los Estados en situaciones internacionales complejas, como conflictos y crisis diplomáticas a través de la identificación y análisis de una serie de factores clave que influyen en la política exterior, como los intereses nacionales, la ideología, los valores culturales, las percepciones y los sistemas de toma de decisiones. En este orden de ideas, a través del FPA y de diversos enfoques y modelos para la formulación de política exterior como el enfoque input-output se analiza la política exterior de México frente al conflicto en Ucrania que escaló en febrero de 2022. Para analizar la política exterior de un Estado se deben tomar en cuenta las diversas variables que la determinan. Por un lado, el ambiente internacional y nacional, por otro lado, los insumos nacionales e internacionales y la arena de tomas de decisiones. En el análisis de la política exterior de México frente a los conflictos internacionales se ha considerado el análisis del poder duro, blando y, recientemente, el poder inteligente porque estos conceptos ayudan a comprender cómo los Estados y otros actores internacionales utilizan diferentes herramientas para lograr sus objetivos en el ámbito internacional.